top of page

PAISAJES EN RUEDAS

  • Oregon, Ana Luisa
  • 29 nov 2016
  • 3 Min. de lectura

¿Alguna vez se han aventurado a preparar la mente y el cuerpo para una mañana de imágenes inolvidables, impulsadas por sus propias piernas y un par de ruedas?

Debo decirles que es una de las mejores decisiones que pueden tomar para un día sin pendientes y de los que menos esperan, cambiarán la percepción de la vida hasta el momento. Los días que decidimos lavar nuestras manos y rostros nomás levantándonos, tomando prendas cómodas y un desayuno ligero, esos días se traducen directamente como paseo en bicicleta.


Jin ("Yin" de Corea) y yo nos citamos por la mañana frente al dormitorio más moderno de la universidad (utilizan una tarjeta como llave por ejemplo). Apenas y tuvimos tiempo de desayunar (bueno, en mi caso además bebí mucha agua, lo que eventualmente me causaría malestar). El día estaba nublado y húmedo, además hacía frío considerable. Apenas íbamos a partir cuando finas gotas de agua comenzaron a caer del cielo. Dudamos un poco pero al final optamos por arriesgarnos y tal vez pasar una aventura inolvidable. Con esto en mente encendimos el GPS y nuestras piernas impulsaron cuatro llantas que nos transportarían a nuestro destino.

Íbamos ya tomando velocidad cuando ella detuvo su bici debajo de un puente que era parte de la autopista. Con un rostro que más o menos pude descifrar de preocupado, rasgó sus cuerdas vocales y advirtió con preocupación que nos dirigíamos hacia un lugar un tanto peligroso, pues nos toparíamos con vehículos a altas velocidades. Comprendiendo la situación, tomándola con la ligereza que inspira seguridad, respondí que estaba de acuerdo, sólo que debíamos de ser cuidadosas y manejar del lado correspondiente. Aunque resultó un poco extraño el que ella actuara más despreocupada que yo, diciendo pues que nos apresuráramos y subiéramos al tránsito principal (¿pueden creerlo?).

En cuanto lo hicimos, el paisaje que antes nos rodeaba cambió por completo, encontrando ahora no sólo pavimento oscuro y hierbas, sino que se descubrió una amplia vista hacia el horizonte. Pudiendo sentir una brisa densa y observando a lo lejos un par de puentes construidos en razón de caudalosos ríos. Pedaleamos por largo rato hasta alcanzar las colosales construcciones. Tratándose de un lugar principal para cambiar de dirección, revisamos el GPS pero algo andaba mal (nunca hay que confiar tanto en la tecnología), así que tuvimos que esperar a que se regularizara al rededor de siete minutos. Incluso un señor nos preguntó si necesitábamos ayuda (creo jajaja). En esta parte del camino habían muchos ciclistas así que si el aparato no se hubiera regularizado, por seguro que hubiésemos preguntado. Finalmente pudimos seguir con nuestro recorrido, avanzando con la energía de la claridad del día y el deseo de comer en un lugar famoso por sus buenos fideos.

Cuando ya faltaban al rededor de quince minutos para llegar a nuestro destino, tomamos una ruta que recorría la orilla de un río. El agua transparente reflejaba las nubes cargadas también del agua que abundaban en el cielo. Al igual que encontramos un montón de garzas y palomas (sí, son universales). También pudimos ver una majestuosa águila y por supuesto que no pudieron faltar los carismáticos cuervos.

En cuanto estuvimos en la ciudad, aparcamos nuestros amados medios de transporte y nos dirigimos directamente al restaurante. Incluso tuvimos que hacer cola, pues la demanda era impresionante. Ya bien alimentadas, lo siguiente fue caminar hacia Fushimi Inari-taisha (uno de los más famosos santuarios sintoístas de Japón). Este santuario en particular es realmente pacífico, encontrando las creencias tradicionales que en efecto, resultan realmente intrigantes (por ejemplo, los *arcos que se encuentran allí son ofrendas que se han hecho al espíritu de Inari, para recibir buenas vibras y suerte del mismo). Al igual que la presencia de grandes árboles y bambúes que crean con cada oleada de viento, sinfonías que remontan al presente.

Más que hacer lo que siempre se hace, algunas veces optar por lo que suena no tan confortante puede parecer problemático. Sin embargo, atreverse a hacer lo que nunca se hace puede recordarnos lo importante que es compartir tiempo con tus amigos y observar a nuestro al rededor.


*Arcos rojos: Se llaman Torii y son arcos japoneses que fungen como puertas que purifican y orientan hacia el lugar de Dioses.

¡Hasta pronto!

Comentarios


You Might Also Like:
About Me

Mi nombre es Ana Luisa Oregon, humanista, gestora cultural y aprendiz de idiomas de por vida.

Read More

 

Join my mailing list

Search by Tags

© 2023 by Going Places. Proudly created with Wix.com

bottom of page